Sentirme pequeña muy pequeña en la inmensidad del cielo oscuro con cientos de luces brillantes.
Despertar sin prisas siempre con la serenata mañanera de los gallos.
Un viaje inesperado allá a "Donde la vida no vale nada"
Interminables platicas y anécdotas las cuales no me cansaba de oír una y otra vez.
Sentir el aire helado de aquellas mañanas de Diciembre.
Salir de noche en el carro a conocer Tlacotepec para "arreglar" los imprevistos que surgen.
Pasar una Navidad diferente pero siempre en familia y con el gusto de querer volver.
Elevar una oración de agradecimiento y pedir fuerzas para sobrellevar los que la vida nos ponga en el camino.
Recorrer algo de aquel pueblito mágico.
Abandonar aquellos rumbos y tener la esperanza de pronto volver . . . . . .
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